Creo que fue a principios de la década pasada que en mis constantes salidas en moto un día conocí Aculco, en el Estado de México, y muy cercano a Querétaro, de hecho para llegar por allá esa la salida a dicho lugar. El recorrido es de aproximadamente 130 km, por lo que se podría decir que es un viaje corto y hasta cierto punto sencillo. Pura recta de la carretera de paga y en un punto la desviación a la izquierda.
Pero si quieres hacerla un poco más interesante puedes irte hacia Atlacomulco y bajar por la “Panamericana” (Federal 57), la cual hace relativamente poco fue renovada y ampliada, ofreciéndote mejores paisajes y sin ser extrema mejores curvas. Además sobre esta carretera cruzas Acambay donde puedes visitar su zona arqueológica denominada Huamango y desde la altitud donde se encuentra podrás ver el valle de los espejos a tus pes, y es que a lo lejos los pequeños ojos de agua dan esa vista. Por desgracia no tengo ni una sola foto de eso, pero ya se la saben, es una invitación para que ustedes amables lectores lo vivan.
Pero bueno, regreso al punto de Aculco, un Pueblo Mágico declarado también Patrimonio de la Humanidad, si bien este lugar no es tan colorido como otros Pueblos Mágicos que he visitado, destaca la arquitectura colonial y sí, calles adoquinadas que siempre son una delicia para las motos (sí, fui sarcástico). La zona central destaca por el kiosco y plaza es un lugar realmente agradable que te invita a tomarte un café.
A un par de cuadras de este lugar está el mercado, donde como siempre está la mejor comida para el viajero, recuerdo mucho un lugar de barbacoa adornado con muchas imágenes de Pedro Infante, cada que he ido regreso a ese punto, además no dejen de adquirir quesos para llevar son una delicia.
Aquella primera vez que fui escuché a una familia que decían que luego de comer irían a las cascadas, por lo que pregunté a que se referían, y me contaron de las Cascadas de la Concepción, me indicaron que eran muy cercanas así que me lancé. Y sí, fueron unos cuantos kilómetros para llegar a una curva donde a lo lejos solo se veía un paraje árido, al salir de la carretera pronto vi el cauce del río y la magnitud de la caída, aquella vez era época seca, pero también lo visité en lluvias y todo cambia, realmente se disfruta el sonido de la caída y puedes perderte si decides meditar un rato.
Con el tiempo comenzaron a aparecer puestos comerciales que demeritan mucho la vista, y aun así sigue sin ser un lugar muy popular, de hecho me atrevería a decir que está medio descuidado (al menos la última vez que estuve ahí). Además lo de siempre la gente puerca que tira la basura y ves botellas en el agua, no entienden y no saben valorar, por eso a ti que lees esto, no lo hagas, y se un buen turista que no deja huella.
En las cascadas los grandes peñascos son también parte de la aventura para las personas que les gusta escalar, no es lo mío, pero seguro es divertido. Este lugar se presta mucho para realizar senderismo y ciclismo de montaña, además de rutas en vehículos 4×4.
Además de esta caída de agua también encontramos la Presa de Ñado, un punto de reunión ya más para la fiesta, con más opciones de comida y bebida.
Como conclusión Aculco me gustó, pero no es un lugar que me haga quedarme ahí más de un día, aunque si buscas tranquilidad o despejarte de las grandes ciudades, aquí lo lograrás, y te recomiendo ampliamente irte por la ruta de la Panamericana donde te podrás ir deteniendo en más lugares a pie de carretera.