De metiche con los Painanis del Pescado de Moctezuma

Hace unos días tuve la sorpresiva indicación que tenía que ir a cubrir un evento, al que solo se referían como “el pescado”, la verdad no tenía ni idea de qué se trataba y solo faltaba una semana para que se realizara, solo sabía que me iría en una Piaggio Beverly, acompañando a unos compañeros de Piaggio México con la gama de Vespa, Piaggio y Aprilia.

Un par de días antes de salir me explicaron de qué se trataría, la carrera lleva el nombre de El Pescado de Moctezuma, en clara alusión al pasado, por allá del año 1500, cuando reinaba en la gran Tenochtitlán el último tlatoani de México, Moctezuma Xocoyotzin. Y es que cuentan las historias e historiadores que en aquellas épocas se utilizaban emisarios “de a pie” para cuestiones militares principalmente, pero en momentos de paz el tlatoani se ponía caprichoso y quería pescado, frutos o lo que su “altísima” se le pegara la gana. Aquellos emisarios se reconocían en tres niveles Painanis, Yciucatitlantli y los Tequihuatitlanti, siendo tal vez los segundos los más importantes por su velocidad y preparación física.

La idea es que en la noche Moctezuma decía “quiero comer pescado mañana” y al escuchar eso el painani salía en chinga corriendo una distancia de entre 8 y 11 km, para ir tomando relevos hasta llegar a lo que hoy es Veracruz, el último corredor llegaba en la madrugada y decía: “el jefe quiere su pescado empapelado a las finas hierbas y una nieve del güero, güero” (está bien, tal vez esto último no), se recolectaba el pez y la carrera de relevo comenzaba de nuevo para que Don “caprichos” Moctezuma se empacara su pescado fresco… que si me apuran, creo que estaba más fresco que el que venden en los súper mercados hoy.

Y bueno, este preámbulo fue para explicar el fondo de esta carrera que arranca de Tecolutla, Veracruz a Teotihuacán que representan unos 288 km. En el presente las cosas son más fresas (sí, es un hecho que yo me canso de correr una cuadra) y hay diferentes modalidades de competencia con equipos de 6 o 12 personas e incluso en bicicleta. Según el mapa que podemos ver en la primera imagen de Cuetzalan a Tlaxco se hace en transporte, además una etapa se movió/canceló porque las autoridades no se hacían responsables por la seguridad del contingente, sí, que viva México del presente…

Ahora, por algunas cuestiones de logística y mala organización, la verdad ni vi a los participantes, por lo que mi viaje fueron unas casi vacaciones pagadas, que eso si, aprecié y me permitieron conocer nuevos rincones de este bello, colorido y sabrosón México.

Nuestra salida fue un jueves en el ya mencionado maxi scooter Piaggio Beverly, modelo del que ya hicimos una prueba para los amigos de Autocosmos.com. Este scooter de 350 cc me llevó desde la Ciudad de México hasta la Posada Alpina Ingrid en la zona de Zacatlán, pero primero pasamos por la Hacienda Chimalpa, donde unos compañeros se quedarían y de paso, entramos a ver cómo era. El lugar es sobresaliente, aunque el entorno (poblado) no sea tan atractivo, esta hacienda cuenta con muchos espacios para reuniones, eventos y hasta conciertos. Se supone que en la noche la iluminación era por medio de fuego, pero nos reportaron que al asomarse a la explanada era pura oscuridad y optaron por no poner un pie fuera de la habitación, no fuera que les saliera la llorona.

Hablando de las habitaciones, cuentan con una decoración clásica y simple y con un baño estilo moderno, sí, como que no cuadra, pero es funcional y atractivo. Luego de esta pausa continuamos por la localidad de Apan, donde manejar las motos (y mismo caso para los autos) es una auténtica prueba de paciencia, por la cantidad de cráteres que hay en la carretera y en algunos de plano tenías que meterte al hoyo con mucho cuidado.

El clima durante toda la mañana fue cálido, pero según nuestro GPS, a unos 30 km de llegar a nuestro destino vimos como una densa niebla bajó, y de inmediato el frío se sintió bien “macizo”, y es que no llevábamos ropa para frío extremo, y eso que apenas eran como las 16:30. Llegamos a la Posada y de inmediato nos fuimos a comer. De este punto lo más cercano era Chignahuapan donde obviamente fuimos en la noche y nos metimos al restaurante El Rincón Mexicano, que nos dio una grata sorpresa con su sazón, así que se los recomiendo y mucho, de ahí caminamos un poco por la plaza que todavía tenía muchos adornos de las festividades del Día de Muertos, pero ya no pudimos ver más porque era noche, hacía más frío, y ya ni esferas pudimos comprar (…).

Al llegar a la posada nuevamente apenas sentía las manos, pero bueno, son de esas salidas que forjan el espíritu motociclista. Nos dieron los pormenores del día siguiente y fue cuando nos dijeron que prácticamente no teníamos nada que hacer… bueno, ¿y entonces?, la solución fue ponernos a buscar qué hacer, y salió el plan, “nos levantamos tarde, desayunamos con calma, vamos a las cascadas de Tulimán y luego a comer y comprar sidras en Zacatlán”,

De ese plan destaco dos puntos que me molestaron bastante, hace unos años había ido a Tuliman y la pasé muy bien, fuimos a la tercera con una caminata hacia abajo divertida y no tanto de subida. Pero ahora fue forzoso pagar un guía que no dejó de tratar de vendernos servicios como rapel, escaladas, tirolesas, etc., opacaba con su voz la belleza del lugar y el otro punto fue en la comida de Zacatlán, ya que le hicimos caso al Tripadvisor y fuimos al restaurante Agave, donde la decoración de botica o cantina prometía, y cumplió con las entradas con guisos que llevaban chapulines, pero el servicio de bebidas fue lento (o se les olvidaba), aunque para mi valió mucho el curado de manzana que me eché, en cuanto a la comida fue insípida y fue el comentario general de las 9 personas que íbamos, tache.

Ya saben, continuamos con una caminata por Zacatlán, compramos algunas sidras y de nuevo a congelarnos a en la carretera llena de niebla para regresar.

En cuanto a la Posada Alpina Ingrid es una verdadera sorpresa en medio de la nada, de hecho si no estás atento te pasas en la salida de la carretera. El lugar ofrece mucho espacio, spa, temazcal y unas habitaciones simples, sin comodidades mayores, y como no hay TV te logras desconectar un rato de todo, eso sí, el perro frío se siente duro incluso en tu cuarto, y si como a nosotros, te toca que las tuberías se congelan en la madrugada, tendrás solo dos opciones de temperatura para bañarte, fría y helada…

Fuera de eso la atención, calma e instalaciones te invitan a regresar al lugar, además tienes muchos puntos de interés alrededor que puedes visitar en familia, o con tu pareja en la moto, eso es mejor porque te mueves con mayor libertad en pueblos de calles pequeñas.

Con todo lo anterior no tengo idea de cómo les fue a los que corrieron en el Pescado de Moctezuma, pero yo me la pasé bien, con ganas de regresar a aquella posada y a mi ritmo ir a más pueblos en la periferia.

P.D. si andas buscando un scooter te recomiendo ampliamente los de Piaggio, hoy por desgracia el Beverly 350 ya se dejó de comercializar, pero pronto llegará la versión 400 a México, es una unidad que te facilita las cosas en la ciudad y tiene la suficiente potencia y estabilidad para hacer un viaje de intermedia a largo, solo o acompañado y con capacidad de carga.