Las cascadas de Honey en Puebla, un lugar inesperado

Sobre cómo lo conocí

Hace unos años me puse a ver destinos relativamente cercanos a la Ciudad de México para una salida de un día en motocicleta, me encontré con Zacatlán, famosísimo por sus manzanas, pero de ese lugar les hablaré después. En mis constantes idas siempre veía una desviación a Pahuatlán, y me decía, seguro hay mucho “pagüer” en ese lugar (ríanse y no se vayan por favor, no tengo amigos), un día me animé a ir y esa decisión se convirtió en un dolor de cabeza ya que había topes ideales para detener un camión, así que imaginen a una moto. Por si fuera poco, tuvimos un tramo de un kilómetro sin pavimento, lleno de lodo y bueno, tuvo su encanto.

Al terminar esa zona encontramos otra división, una a Pahuatlán y otra con el extraño nombre de Honey, seguimos al primero ya que esa era la idea. La entrada me recordó ligeramente las calles de Valle de Bravo, pero sin ese “toque fresa”, aquí se supone que hay muchas cosas que hacer, como miradores, puentes colgantes, café, gastronomía, etc., pero para ser sincero no nos tocó nada de eso, de hecho, estaba muy solo el lugar por lo que solo comimos unas quesadillas en un puesto de la calle y regresamos.

Al regreso la curiosidad nos ganó, queríamos ver qué era Honey, además pasando la intersección informaba sobre unas cascadas. Seguimos y llegamos al pequeño pueblo, aunque no nos detuvimos, en esta zona también sufrimos con unos inmensos topes que si no pasabas de lado, la moto se quedaba como “sube y baja”. Salimos del pueblo nuevamente y tomamos un camino algo más rural siguiendo las rusticas flechas por unos 10 minutos, al final un tramo de terracería -que no me hizo gracia- llegamos al parque, e ingresamos.

Como dato cultural, el nombre del pueblo fue en honor a Ricardo Honey que a principios del siglo pasado tenía varios negocios por la región, y ya en 1993 se contrajo para quedar solo en Honey.

Y ¿qué fue lo que me atrapó del lugar?

A la entrada del parque nos atendieron muy bien, de inmediato nos contaron del lugar que ofrecía un recorrido en total de 10 km (o un poco más) entres senderos que comunican me parece nueve caídas de agua, desde grandes cascadas hasta el “Pozo de los deseos” que es un espacio pequeño formado por la erosión del agua.

Al iniciar la caminata y desde la primera parte pude percatarme que era un “lugar de poder”, apto para la meditación un lugar que te atrapa, y no solo por ese sentir, sino porque esa naturaleza es capaz de llamar a tu corazón, aquella primera ocasión hacía mucho calor, pero el agua estaba helada, era muy refrescante y daban unas tremendas ganas de darle un sorbo.

Debo confesarles, que esa primera incursión fue un rotundo fracaso, ya que traíamos botas rígidas de motocicleta, por lo que era imposible sortear el sendero. Los encargados del lugar crearon andamios de madera, pero solo para los pasos complicados, lo demás era vereda, y eso se agradece mucho, que respeten el entorno. Por lo anterior, aquel día fracasamos, pero regresaría en muchas ocasiones.

De nuevo a Honey, pero ahora bien preparado

La siguiente ocasión fui solo, llevaba un cambio de ropa y en la entrada del parque dejé casco y botas, decidido seguí adelante, a diferencia de la primera vez ahora era en temporada húmeda, por lo que la niebla le dio un toque misterioso, como si estuvieras observado, pero no en mal plan, aquellas tierras te llenan de energía. Ya con calzado adecuado me sentía una cabra y caminé para bajar a las primeras caídas y lechos de río, luego bajé a las siguientes por el sendero que viene marcado en el mapa que me dieron al principio, bajé para pasar por puentes colgantes, cornisas en la montaña, pasos sobre las cascadas y bajé hasta donde termina el recorrido, pero puedes seguir viendo el cauce del agua perderse en el bosque.

¿Te diste cuenta que en el párrafo anterior puse muchas veces “bajé”, fue a propósito, y es que todo el recorrido es para abajo, y al final te recompensa con una vista de las caídas, que desde ahí se ven inmensas, en esa zona de grandes piedras no tienes señal alguna de teléfono, pero sin lugar a dudas tienes la mejor conexión con la madre tierra. Y bueno, todo eso que bajé, ahora tenías que subir, y sí, es bastante pesado a menos que seas un deportista consumado, aun así, existen muchos descansos y en alguno de ellos hay personas que te venden líquido y dulces, ideales para estas situaciones.

El Pozo de los deseos

Durante la caminata, para mí uno de los mejores momentos fue ver como se abría el paisaje y tu vista se pierde en el horizonte lleno de cerros, como si estuvieras flotando en medio de ellos, mientras que en los días con niebla es un espectáculo de sombras gigantes apareciendo. En cuanto a la temperatura es realmente cálido, pero como sabes el clima de montaña cambia a frío, aunque con la caminata se te olvida.

Hasta donde me quedé la ultima vez que fui, tenían zona para acampar, por lo que suena a buena idea si te gustan este tipo de actividades. En fin, creo que es poco práctico que te siga escribiendo la sensación de estar ahí, las fotos te pueden dar una idea pero debes ir tú y vivirlo, es un rincón no popular que te atrapará, te lo aseguro. Nos leemos en otra ocasión y ya sabes, #NosVemosEnElCamino.